sábado, 6 de abril de 2013

Una noche "matadora"

Para disfrutar de un concierto protagonizado por figuras emblemáticas del pop o rock anglosajón  (a veces hispano también) las personas de mi generación, mejor dicho, los nacidos en los 80, teníamos que viajar a Argentina, Chile o Brasil para ver artistas que en nuestros días serían de la talla de Beyoncé, Lady Gaga o U2. Estaban también los que se  esperanzaban de una llamada a la radio para ganar el concurso de las entradas a tales conciertos… felizmente este método continúa.

Escuché o leí, no recuerdo bien,  que una de las razones por las que no venían muchos cantantes a Lima era por los altos impuestos que pagaban para hacer su recital en el país. Este panorama cambió en los últimos 10 años, permitiendo a miles de limeños gozar de una noche escuchando en vivo y entonando las canciones de sus artistas, aquellos que eran visibles solo a través de una pantalla o un póster.
Los dos últimos conciertos a los que asistí en Lima fueron, a principios de 2010, el de UB40 y recientemente el de The Killers, el 4 de abril.
-“¡Vamos a ver a The Killers!” Me dijo Melissa. 
Me declaro una no fan del grupo. Puedo reconocer algunas canciones (las más comerciales),  no me fascina el rock, solo me gusta, tengo  UNA canción favorita de sus no sé cuántos álbumes, las entradas generales no me parecían tan caras y, last but not least,  pienso que Brandon Flowers es guapo.
 Solo respondí  con un “ ok ok! What the hell!”.
Y así fue como me encontré en medio de la muchedumbre  que se sabía de memoria las canciones en el Estadio Nacional. Ah sí, olvidé mencionar que esa noche fue la primera vez que ponía un pie en el estadio (es genial eso de matar dos pájaros de un tiro).
Sin pretender hacer publicidad al grupo, la pasé de diez.  Por un momento me encontré también saltando, dejándome llevar por el furor  contagioso de mis aledaños y tarareando los ritmos del grupo. Me encantó la interacción del vocalista con el público… él también por supuesto. Y el rock hizo lo suyo.
Sobre todo me desmentí de mi creencia de que solo iría a un concierto del artista o grupo que realmente conozco. Rompí mi regla y quedé satisfecha.
En menos de dos semanas nos visitaron The Killers, Keane y The Cure. Ya casi parece que uno tuviera una carta de conciertos, está bueno poder elegir. Antes teníamos que conformarnos con los que venían.

Por cierto, nunca llegaron a tocar mi única canción favorita: “The world that we live in”. Igual no importa, ahora que los escuché en vivo tengo algunas más.

 
El 4 de abril en el Estadio Nacional.



domingo, 31 de marzo de 2013

Adiós a los agasajos para la turista


“Cuando pienses en volver
aquí están tus amigos, tu lugar y tu mujer
y te abrazarán
dirán que el tiempo no pasó
y te amarán con todo el corazón “

Se me viene esta canción a la mente. Estás en todo lo cierto Pedrito.
En enero me di el lujo de dos cosas: ser consentida y ser tratada como turista. Que los anticuchos en Barranco, el pisco sour por allá, que la Peña del Carajo, las reuniones con el grupo de amigas de la secundaria, que este nuevo bar, etc. Por supuesto, no podían faltar los domingos de cebiche y canción criolla con mi familia. 
Todo lo que iba reaprendiendo sobre Lima me entraba en primer lugar  por los ojos ( ¡Cuánto se ha ampliado Jockey Plaza!¡ Por fin un metro!)  …pero más que todo por la boca. 
En mis primeras semanas aquí  mi paladar se encontró en el paraíso. Mis idas a los supermercados a veces se convertían en cuestionarios a mi mamá sobre  origen y uso de algunos productos. Incluso tenía la impresión que habían aparecido algunas frutas durante mi ausencia. ¿Tumbo? ¿aguaymanto? Me atrevo a decir que  mi léxico frutal se amplió y  si no fuera porque mi contextura es delgada, ya habría aumentado fácilmente 3 kgs en ese mes.
Olvidé el sentido del oído. Brotaron en estos seis años  modismos y jergas  de las que aún no me he puesto del todo al día y me causa gracia cuando me explican en español neutro lo que significan. De todas maneras aún no me acostumbro al uso de ciertas expresiones… aún reniego del “manyas?” (¿entiendes?, ¿comprendes?, ¿Cachay? ).
Con el pasar de las semanas, la rutina de los miembros de mi familia, amigos  y ocupación en los asuntos de sus propias vidas esquivó paulatinamente su centro de atención sobre la ya no tan turista Liz. Ojo no lo digo a manera de queja, al contrario, era lo que debía suceder tarde o temprano. A la vez yo necesitaba hacer mis propias actividades para abrir paso a lo que sería en cierto modo mi rutina aquí, mi vida. Pero  con la rutina vino también el choque con la realidad, choque muchas veces cultural.
 A excepción de algunas cosas, casi todo ha cambiado en Lima. ¿Pero ha cambiado solo la imagen o los ojos que la ven? Ambos claro, pero esto ya no es novedad. 

Aquí les presento el aguaymanto. Simpática fruta. 
Les invito a probar el pisco sour, trago nacional. Por experiencia, por favor no más de dos... a menos que tengan mucha resistencia a sus 42º de alcohol.  

Siempre me sorprende que exista maíz morado.

Lo imperdible en verano: cebiche y chicharrón de pescado.