Estando apretada en un micro que seguramente ha excedido su capacidad
máxima en las horas puntas y además escuchar el comentario insistente del
cobrador, el famoso “avancen más al fondo”
o, peor aún, el “apéguense”, se me hace
un insulto y una pérdida instantánea de
humor.
Foto de internet. |
Como dije antes, esto solo ocurre
en las horas puntas. Para quienes piensen que exagero, no considero
anormal que un micro se llene a la hora que todos entran o salen del trabajo
porque esto ocurre en Argentina, París y seguro en la China … a lo que voy es
que se le agrega a este escenario un personaje llamado cobrador que nos exige
apretujarnos más, mandarnos al fondo del
vehículo donde aseguran que hay espacio, ser tratados como animales y que el
recorrido se convierta en el juego Twister. Mi lado racional me dice que una causa puede
ser que estos micros y combis no están
bajo reglamento del sistema estatal, en otras palabras todos pertenecen a
empresas privadas lo cual hace que en 10 minutos puedan pasar como 10 vehículos
que hacen exactamente la misma ruta (uno en promedio por minuto, así es), lo
que desemboca en una “pelea” entre ellos por conseguir más pasajeros. Igual
esto qué importa cuando uno está hecho en ocho a las 7 pm en alguna avenida
principal…en un micro.
Con este post no pretendo ahuyentar a los que nos visitan a tomar los buses
en Lima, es más, yo misma invitaba e invito a mis amigos extranjeros a no dejar de hacerlo
pues me parecía toda una travesía inigualable ir en uno de esos vehículos
colorinches, escuchando cumbia o alguna canción romanticona de antaño a todo
volumen, me causaba gracia incluso que haya una persona que gritaba el nombre
de las calles por donde pasaba y al rato iba por los asientos acercando su mano
y haciendo sonar las monedas que llevaba.
Pero esto cambió cuando empezó la rutina y tenía que salir a esas horas
donde todos los que trabajan y estudian salen.
Me sorprendía mucho que solo unos
cuantos se quejaban (mujeres todas las veces) y me indignaba la falta de
reacción. Luego con el pasar de los
meses, caí yo también en ese estado de conformismo y en la obligada aceptación
de que la realidad es esa y que uno como pasajero corriente no va a cambiar la
situación pues solo conseguirá enfadarse, arruinar su día y en casos extremos
hacer que el conductor le diga en forma grosera que se baje del vehículo. En todo caso, eso escapa de
nuestras manos como usuarios y más bien es asunto de las autoridades, debería
serlo.
¿Qué triste no? No hay mucho que uno pueda hacer al respecto. Felizmente existen los smartphones y una canción de Charlie Winston que a través de mis audífonos me hace olvidar.
No se aleja de la realidad. |
Recomiendo leer quienes quieren saber más sobre este particular vehículo la combi:
Gracias Charlie.