domingo, 28 de abril de 2013

Avancen por favor


Estando apretada en un micro que seguramente ha excedido su capacidad máxima en las horas puntas y además escuchar el comentario insistente del cobrador, el  famoso “avancen más al fondo” o, peor aún, el “apéguense”,  se me hace un insulto y  una pérdida instantánea de humor.

Foto de internet.
Como dije antes, esto solo ocurre  en las horas puntas. Para quienes piensen que exagero, no considero anormal que un micro se llene a la hora que todos entran o salen del trabajo porque esto ocurre en Argentina, París y seguro en la China … a lo que voy es que se le agrega a este escenario un personaje llamado cobrador que nos exige apretujarnos  más, mandarnos al fondo del vehículo donde aseguran que hay espacio, ser tratados como animales y que el recorrido se convierta en el juego Twister.  Mi lado racional me dice que una causa puede ser que estos micros y combis  no están bajo reglamento del sistema estatal, en otras palabras todos pertenecen a empresas privadas lo cual hace que en 10 minutos puedan pasar como 10 vehículos que hacen exactamente la misma ruta (uno en promedio por minuto, así es), lo que desemboca en una “pelea” entre ellos por conseguir más pasajeros. Igual esto qué importa cuando uno está hecho en ocho a las 7 pm en alguna avenida principal…en un micro.

Con este post no pretendo ahuyentar a los que nos visitan a tomar los buses en Lima, es más, yo misma invitaba e invito  a mis amigos extranjeros a no dejar de hacerlo pues me parecía toda una travesía inigualable ir en uno de esos vehículos colorinches, escuchando cumbia o alguna canción romanticona de antaño a todo volumen, me causaba gracia incluso que haya una persona que gritaba el nombre de las calles por donde pasaba y al rato iba por los asientos acercando su mano y haciendo sonar las monedas que llevaba.  Pero esto cambió cuando empezó la rutina y tenía que salir a esas horas donde todos los que trabajan y estudian salen.

 Me sorprendía mucho que solo unos cuantos se quejaban (mujeres todas las veces) y me indignaba la falta de reacción.  Luego con el pasar de los meses, caí yo también en ese estado de conformismo y en la obligada aceptación de que la realidad es esa y que uno como pasajero corriente no va a cambiar la situación pues solo conseguirá enfadarse, arruinar su día y en casos extremos hacer que el conductor le diga en forma grosera que se baje del  vehículo. En todo caso, eso escapa de nuestras manos como usuarios y más bien es asunto de las autoridades, debería serlo.

¿Qué triste no? No hay mucho que uno pueda hacer al respecto. Felizmente existen los smartphones y una canción de Charlie Winston que a través de mis audífonos me hace olvidar.


No se aleja de la realidad.

Recomiendo leer quienes quieren saber más sobre este particular vehículo la combi:

Gracias Charlie.