domingo, 16 de junio de 2013

Días de junio

Acabo de tener un arrebato de nostalgia.
Mate argentino lo siento,
te cambié por un café americano. No te preocupes
que pienso retomar la costumbre.

No me ocurría desde hace algunos meses….hasta que Lima empezó  a cambiar de color. El gris  empieza a apoderarse de la ciudad sobre todo temprano en la mañana,  horario preferido en que la neblina densa se asoma y a veces quiere permanecer hasta la tarde.

Comenzaron los resfríos y el ritual de vestirse por capas. Comenzaron las lloviznas también,  lloviznas repito, no lluvias, porque las gotas que caen y empapan las calles son tan ligeras que no hace falta usar paraguas ni  esconderse de ella.
Siento que me faltan algunos ingredientes del invierno que solía tener en Mendoza: árboles bien peladitos, alguna materia que estudiar, lluvias de verdad, a veces nieve también, mate para la tarde y vino caliente preparado por un amigo alemán cuando caía viernes, usar si es posible un par de medias en cada pie al salir y cuando el bolsillo lo permitía algún escape a la Patagonia, aunque de hecho la última vez fue a Buenos Aires.
Así como alguna canción que desata recuerdos, la inauguración del invierno limeño tuvo exactamente ese efecto en mí.

No sé cuántos cambios de estaciones me tocarán vivir en esta ciudad pero espero que, más adelante, estando en otro lugar, pueda mirar a estos días fríos con cariño e incluso extrañarlos, tal y como me sucede ahora con los días de junio mendocinos cuando me encontraba empotrada en el sofá en un domingo como hoy, tiritando quizás pero disfrutando un mate. 

Lo que un mate puede mitigar.