domingo, 15 de septiembre de 2013

Aún queda mucho por probar

Subí al bus esa noche con una bolsa de un kilo de tubérculos, esas de malla verde que  se consiguen en los supermercados cuando uno compra las verduras o frutas por kilo. Eran “mashuas”, como me explicó el buen hombre de la feria cuyo nombre no recuerdo. Todos los pasajeros me miraban con mucha curiosidad ese lunes alrededor de las 22 hrs mientras yo caminaba por el corredor hacia mi detectado asiento al fondo del bus…con mi bolsa.
“Trata de verlo como un premio” me había dicho Sara antes de subir. En efecto eso fue.

Había quedado con Sara en vernos a las 19 hrs en la entrada de la aclamada feria gastronómica  Mistura. Yo no estaba del todo convencida por la feria, no me llamaba  la atención y mucho menos encontraba el sentido en tener que pagar una entrada para, una vez dentro, volver a pagar para comer comida peruana… ¡en Lima! Me parecía solo marketing aprovechando que ahora la gastronomía peruana está en la boca de todos. Igualmente, la cocina nunca fue lo mío, pero esa es otra historia.
En fin, acepté  ir porque ella realmente quería.

Quizás por ser lunes había poca gente. Hubiera preferido ver más platos que fotos de ellos  por ejemplo. Encontrar bebidas para acompañar los platos no resultó tan fácil pues hay que caminar otro tanto para buscar los puestos de bebidas y los dos únicos que vi fueron de ice tea y otro donde  solo había agua, cerveza Pilsen y Coca Cola. ¿Y la chicha morada? Seguro no busqué bien.

Ya tomando el camino para la salida nos topamos con un stand que nos llamó a atención porque tenía variedades de papas. Pensé que se trataban de papas pero mirando bien era diferentes tipos de tubérculos de todas las formas y colores. El señor de ese stand, un ayacuchano regordete y un amor de persona, nos explicó todo sobre los tubérculos andinos. Fue como una clase. Nos hizo probar las mashuas cocidas y resultaron ser una delicia.  Recuerdo haberle dicho al final que es realmente una lástima no encontrar todo esto en un supermercado por ejemplo, porque siendo peruana jamás podría haberle explicado a mi amiga mexicana todo lo que él en ese momento podía.  Él y muchos productores de tubérculos andinos venden la mayoría de sus productos a restaurantes gourmet o a pedido. Dada la “resistencia” de la gente de comprar (justamente porque no los conocen y no saben cómo prepararlo)  no  venden estos deliciosos tubérculos en los supermercados. Al final es una especie de círculo vicioso.
En esos 20 min que duró toda esta explicación me sentí como una turista,  asombrada y atontada a la vez. La “clase” terminó con un obsequio: mi kilo de mashuas. Yo súper contenta. Las cocí al día siguiente para el almuerzo y nos gustó a todos en casa. De las casi 3 hrs que estuve dando vueltas por la feria esos 20 minutos fueron los mejores. Después de todo, se trata de un reencuentro con lo nuestro, como me había dicho este querido ayacuchano. Recién ahí entendí el sentido de Mistura.

Es una pena que siendo de un país con una gastronomía loable  no podamos conocer todos los alimentos que la hacen merecedora de ese título.  En todo caso, dado que no los encontraremos siempre en una góndola en el supermercado,  ya dependerá del nivel de curiosidad de cada uno y del atrevimiento de nuestro sentido del gusto.
 Gracias por animarme a ir Sara. 

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